miércoles, 26 de junio de 2013

El protagonista

Olivia escribía cuentos, además de,  por supuesto  (como siempre le había inculcado su buena familia de descendencia europea) estudiar una carrera universitaria. Olivia se decidió por Arquitectura, era extremadamente inteligente, pero no muy inclinada al esfuerzo. Le gustaba escribir, leer y fumar marihuana con sus amigos. Amigos de todas clases, hippies, poetas, adictos a la merca, amantes, deportistas; su afán por la gente no tenia limites.
Vivía en un monoambiente en Caballito. Bien ubicado para sus padres, no tan careta para ella. Lo había decorado según sus gustos: luces tenues, almohadones y una alfombra para el relax. Una cama de 2 plazas junto a la ventana, una mesa de dibujo que hacia las veces de escritorio, comedor y lugar de reunión de amigos. Eso era todo, pero no había quien no entrara por primera vez y dijera “muy bueno eh”, “muy lindo che”.
Su familia era dentro de lo posible adinerada para los tiempos que corren, y siempre tuvo acceso a Internet, allí conoció a Borges, Cortazar, Bukowski y Poe. También conoció grupos de Internet llena de gente literata, paginas web y autores desconocidos que escribían sus humildes posts en algún blog.  Sus estudios en la facultad le dejaban tiempo para leer y escribir. A veces iban muy bien, otras  muy mal, nunca tuvo en punto medio, para nada en absoluto.
Su relación con los hombres no era muy diferente, si ella amaba ellos jugaban, si ellos amaban ella jugaba. Nunca se sintió correspondida en el amor. Todas sus relaciones terminaban en catástrofe, con algún corazón roto. Era adicta a las relaciones desastrosas y patológicas, a la melancolía, al llanto y a la desvaríes. Siempre buscando algo más. Su cabeza no cesaba nunca de pensar, tenía una capacidad impresionante para la asociación, maquinando hasta el último detalle de cada conversación, acto, gesto o llamada telefónica. Calculando  horarios, lugares, personas. Un agente del FBI sin entrenamiento, guiándose solo por instinto. Olivia buscaría por siempre el protagonista de sus cuentos más ardientes, el galán de sus relatos absurdos, el amor de todos sus poemas.

Una mañana de julio, impresionantemente fría, salio de su casa rumbo a la facultad, tomo el colectivo  y se sentó en un asiento individual. Fijo la vista en la ventana y en el reflejo lo vio, mas que verlo lo sintió, ahí estaban ellas otra vez haciendo lo suyo. Rozando las paredes de su estomago con sus alitas, avisando la llegada. Olivia volteo la cabeza para mirarlo, largo y transparente, de mirada profunda y anteojos extragrandes. “Es el pensó, el nuevo amor de mi vida”. Olivia bajo del colectivo y el bajo tras ella, era muy hermosa para ser ignorada.
El corrió tras ella y la tomo del brazo, Olivia reacciono asustada pero al reconocerlo se calmo
     — Hola, discúlpame que haga esto pero no podía dejarte escapar. Me llamo Manuel. ¿Seria mucho atrevimiento si te invito a tomar un café?
Olivia quedo sorprendida ante semejante valentía, respondió:
    Me encantaría pero tengo que ir a la facultad
    Claro, en mi caso yo también debería ir a trabajar, pero en este momento nada me parece más importante en la vida que conocerte.
    Ok.
No era de extrañar que Olivia dejara de lado sus obligaciones con tal de encontrar el amor, la culpa era de las mariposas .Ellas dominaban sus emociones, no podía ser indiferente a  sus deseos. Ellas le decían como actuar y que decir. Es verdad que nunca tuvo suerte, pero estaba convencida (otra vez) que este hombre era….



Continuara (cuando se me ocurra un final no trágico)

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